Desarrollo
de la personalidad del niño de preescolar
La
personalidad es una entidad única y específica de cada persona que nos define y
nos caracteriza. La personalidad
de los niños tiene unas bases genéticas, una predisposición
temperamental, pero éstas se van moldeando a medida que las diferentes
experiencias, interpretaciones y emociones asociadas permiten la construcción
de la propia identidad y el desarrollo de la personalidad.
Por estos motivos, es fundamental prestar atención al
proceso que propicia el desarrollo de la personalidad de los
niños y fomentar la construcción de una personalidad madura.
Permitir el desarrollo de una personalidad madura
contribuye a su bienestar y a su felicidad. Una persona con personalidad
madura, tendrá una sana autoestima, será capaz de tomar sus propias decisiones
y no se dejará influenciar por los demás. El desarrollo de la personalidad
tiene como puntos clave la infancia y la adolescencia. Son dos etapas cruciales
donde se asientan las bases de la misma.
El temperamento es la forma característica que tiene para
reaccionar al ambiente, la personalidad es
su forma de ser, y el carácter supone lo que el individuo manifiesta de su
personalidad ante los demás. ¿Como se forma la personalidad
infantil? Desde su concepción, el niño cuenta con una carga genética que
hereda de sus progenitores.
Estos factores genéticos hacen que cada niño reaccione de
forma distinta en su contacto con el ambiente que le rodea. Dispone de su
propio temperamento. La personalidad futura será el resultado del temperamento
y las acciones educativas que
reciba de los adultos (padres, profesores, hermanos, abuelos), y de las
relaciones que establezca.
El niño irá creando una conducta en función de las
reacciones que los adultos tengan ante su comportamiento, y de las diferentes
experiencias que vaya acumulando
El temperamento es parte de la personalidad y está
constituido por los aspectos motivacionales y emotivos del individuo, en gran
parte determinados por factores biológicos propios de la constitución
individual. El término proviene del latín temperamentum, que significa medida.
Según las dimensiones del temperamento, un niño puede ser
fácil (tranquilo, adaptable y rítmico), difícil (con humor negativo y
dificultades adaptativas) o con dificultades en el ritmo (puesta en marcha
lenta).
Temperamento en el niño: constituye una variable
individual, de gran interés para conocer su forma de reaccionar ante el
entorno, siendo, por lo tanto, un aspecto importante en la aproximación al
conocimiento de cada niño, entendido como ser único.
El
carácter es el fruto de la experiencia y representa el modo como el individuo
interpreta las respuestas a los estímulos intrapsíquicos o a los provenientes
del medio que lo rodea. Por lo tanto, el carácter es escasamente heredado y
está influido por el aprendizaje sociocultural. Pero el carácter tiene
capacidad para modificar el temperamento, permitiendo al individuo aprovechar
lo útil y amortiguar las tendencias biológicas o los instintos menos deseables.
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